MAMASHABA
(cuento)
No hubo, no pudo haber recuerdo más hermoso que la aventura que se había vivido
la tarde del viaje que tuvo que emprender sin quererlo...
Las delicias enigmáticas del Agua de Mamashaba son imperecederas. Así lo relata
el tiempo, así pueden dar testimonio los numerosos peregrinos y las
innumerables parejas que sucumbieron al embrujo encantador del puquial, cuando
tuvieron la fortuna de beberlas, ya sea postrándose o recogiéndola con la mano
para que a sorbos puros se convierta en elixir de sus almas, y es que
posiblemente la Virgen del Buen Viaje, tenga que ver mucho en este asunto de
milagreros encantos, pues ella se encuentra impregnada en el peñasco en cuya
base nace las aguas cristalinas de este hermoso manantial.
Era el mes de Septiembre, el mes de la fiesta grande, del Patrón de las Animas,
del Viejo que guía a las almas conchucanas por el buen camino cuando, los
vientos trajeron el feromonal deseo a la vida de Arcadio Quiñónez, mozalbete
encantador por su buen talante, alegría a flor de labios y ojos proyectados a vivir
con el placer que da la adolescencia encumbrada en platónicos deseos. Era el
mes de las fiestas, de las comparsas convertidas en shuyturuedas, de griterío
general, de música ancestral y de todos los tiempos acompasadas por Bandas de
Músicos venidos de lejanas tierras. Era el mes de los toros, astados arrancados
de sus agrestes punas para dejar en la fiesta su recuerdo y su sangre en algún
vaso de un avezado mozuelo quien de esa manera probaba su fortaleza, pues se
dice que el que bebe la sangre del toro bravo, será tan bravo como el cornúpeta
que le transmitió esa vital energía... si, era ese mes que había escogido
Arcadio para conquistar a Claudina, china de larga sonrisa, de mejillas rosadas
por la naturaleza de su piel y por el frío y el sol que suelen quemar en las
tardes conchucanas...china de cimbreante cintura y acaramelados ojos. Mozuela
que en un cerrar de ojos había dejado por los suelos el buen talante de
Arcadio, pues vasto una invitación, solo una invitación al baile para que
Claudina dejara en claro que le iba a hacer muy fácil el camino para que éste
llegara donde quisiera y como quisiera, y crean o no ustedes que osen atreverse
a leer esta prosa; que no hay mayor peligro en el mundo, que una potranca
desbocada que se eche a galopar a campo traviesa por lo que, al muy buen
Arcadio le quedo muy claro que la tarde se iba a poner color de sus sueños.
Los Ríos Tauli y Llamacocha se unen en un bullanguero beso al pie de la villa
conchucana y ya entrelazados en un infinito abrazo terminan formando el río
Conchucos y así cual inacabable torrente, brindaran sus aguas al mar que
descubrió Balboa y lo llamó Pacifico. Es así ya formando el rìo conchucos que
atraviesa los peñascos donde se encuentra la Virgen del Buen Viaje y el Ojo de
Agua de Mamashaba, lugar formado en un pequeño recodo, en el que con ahínco
crecen bosques de Alisos, Shirags y chayancos tornando el ambiente en un bosque
de aromas y colores que invitan a las parejas que llegan pretextando beber las
aguas de Mamashaba a entregarse en juramentos eternos, dando rienda suelta a
sus subliminales pasiones.
Arcadio entendió la coqueta mirada de Claudina y separándose del ruedo de
bailarines exhaustos enrumbaron por entre el gentío que vivía la fiesta por la
carretera que lleva al lugar antes narrado. No hubo preludios, pues cuando la
sangre arde no se necesitan palabras para entregarse a los febriles besos y así
caminando cogidos de la mano llegaron al lugar preferido por todos,
contemplaron a la Virgen y bebieron el agua, el cielo era azul no había ninguna
nube, el tronar del río se convertía en murmullo dejando escuchar los sonidos
claros de las palabras que cual incandescentes poemas se bisbiseaban los
amantes entregados a la comunión de los cuerpos. Fue una entrega pasional y
agorera que hizo que los dos cayeran en profundo sueño, el que nos les permitió
oír el bullicio que hacían los cholos toreros que con lazadora en mano corrían
tras el toro que cual saeta de fuego había escapado del destino fijado. El eral
no se supo porque, hizo una parada a beber el agua de mamashaba y fue cuando
Arcadio sintió el bufido que lo hizo regresar del sueño al que había arribado
después del placer sostenido con la tierna Claudina. Se paro como pudo y corrió
cogiendo su chompa que serviría de capa, a enfrentarse cual diestro torero al
astado toro negro, el que sin miramiento alguno envistió al mozuelo. Arcadio
escuchó el desesperado grito de su amada, sintió el cuerno del animal que cual
caliente puñal atravesaba su cuerpo, sintió el calor del sol que abrazaba su cara,
no pudo ver las lágrimas de Claudina, no pudo ver tampoco el final del toro, el
mismo que fue lazado y llevado para servir de ingrediente de la fiesta grande,
para ser entregado al prioste y en un rito de sangre convertido en carne para
el suculento mechado, no vio terminar la fiesta, y supo que la tarde del día
siguiente no podría montar el caballo que tanto había anhelado en la carrera de
naranjas, y murió con el placer de haber galopado en una potranca de nácar, de
trotar suave y de ternura infinita y nunca pudo haberse olvidado de esa tarde
de fiesta en la que se le fue la vida...
Comentarios
Publicar un comentario